Medusa y sus hermanas
¿Recuerdas a Medusa, aquella mujer con serpientes como cabello, que si la mirabas te convertía en piedra? Pues quizás no sabías que tenía dos hermanas iguales a ella, Esteno y Euryale, y que sólo ella era mortal, por lo que podría decirse que Perseo tuvo suerte al toparse con la única a la que podía matar.
El panteón que conocemos, encabezado por Zeus, familia, semidioses y monstruos, fue el resultado final de una creación que comenzó con el Caos, del que surgen Gaia, Eros y el Tártaro.
Hubo dos diosas vírgenes: Artemisa y Hera (equivalentes a las romanas Diana y Juno)
La primera, hija de Zeus y diosa de la caza y, contradictoriamente, protectora de los animales salvajes, pidió a su padre permanecer virgen para siempre, y Zeus se lo concedió.
Ares (Marte en Roma), no tan valiente
El dios de la guerra era cobarde y poco inteligente, por eso no es de extrañar que fuera vencido por otros dioses, como Apolo o Atenea.
La misma Afrodita (la Venus latina), considerada generalmente como la diosa del amor, fue adoptada por muchas ciudades como una diosa guerrera, e incluso dotada de armadura en sus estatuas.
La terrible caja de Pandora
Además de abrir la caja que liberó todos los males, fue la abuela de los seres humanos. Todos la conocen porque su curiosidad liberó todas las enfermedades y achaques que atacan a la humanidad (la célebre caja de Pandora), pero pocos saben que ella también fue madre de Pirra, que a su vez se casó con un hijo de Prometeo, Deucalión.
Los dioses, inconformes con la creciente imperfección de sus criaturas, enviaron una inundación, pero Pirra y Deucalión sobrevivieron. De la primera surgirían las mujeres, y del segundo los hombres. Somos descendientes de titanes.
Las hojas de los olivos son los ojos de Atenea
Los ojos de la hija más inteligente y poderosa de Zeus, Atenea, son grises, como el envés de las hojas de los olivos. Por eso había un mito en Atenas: que la diosa velaba por la ciudad a través de miles de ojos plateados, y que estos ojos eran las hojas de los olivares.
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